Mi búsqueda... acerca de la violencia.
No fueron pocos los libros, los sitios y artículos que recorrí en búsqueda de respuestas a este flagelo. Comparto con Ustedes un artículo que me sirvió mucho para trabajar en clase.
VIOLENCIA ESCOLAR
Los comportamientos agresivos y violentos entre niños, niñas y jóvenes de numerosos colegios llaman actualmente nuestra atención. Los daños físicos o psicológicos entre compañeros y también a profesores se han convertido en un fenómeno casi cotidiano. El incremento de la violencia escolar convierte a este tema en un problema social que debemos tener en cuenta.
En realidad, la violencia es un fenómeno social que excede la problemática de los centros educativos.
En las escuelas, pero también en las calles, en muchas familias, en los escenarios de la política, en los medios de comunicación; en general, estamos viviendo en una sociedad que se caracteriza por la manifestación constante de conductas agresivas en numerosos de sus ámbitos.
¿Qué tipo de escenas vemos en la televisión a cualquier hora? ¿Cuántas discusiones "subidas de tono" presenciamos cuando vamos por la calle o en el autobús? ¿No hemos visto alguna vez peleas entre nuestros padres o hermanos? Gritos, insultos o malos tratos son sólo algunos ejemplos.
Si estas conductas son las que se repiten a diario en los colegios, quiere decir que la violencia escolar es un mero reflejo de nuestra vida cotidiana.
¡Lo bueno es que podemos hacer algo para que esto cambie!
¿Qué genera Conflicto?
Todos tenemos derechos y el sólo hecho de ser personas nos posibilita gozar de ellos. En el caso de los niños y niñas vienen reflejados en la Convención sobre los Derechos del Niño. Pero también nos los garantizan la Constitución y las leyes.
Es decir, todos tenemos derecho a recibir una educación de calidad, a gozar de una buena salud, a vivir en una vivienda digna, a estar rodeados de un entorno protector, a ser aceptados y queridos, a no sufrir abusos y explotación... etc.
¿Esto ocurre en la realidad de todos los niños y niñas, de todas las familias, de todos los pueblos, municipios y países?
El conflicto puede aparecer cuando sentimos que nuestros derechos no son respetados, cuando vemos que se vulnera nuestro bienestar. De esta manera, el conflicto pone en riesgo la convivencia pacífica.
El conflicto en las aulas
Cómo hemos resaltado, la mayor parte de los conflictos son el resultado de la injusticia, la exclusión y la vulneración de los derechos de los demás.
Esto ocurre, en los casos de exclusión, cuando aislamos a determinadas personas. La edad, el sexo, la raza, la religión o pertenecer a una cultura diferente o a otro país; suelen ser motivos discriminación. También separamos a una persona del resto del grupo simplemente porque no nos cae bien.
Todo esto produce un sentimiento muy particular en quien lo padece. La repetición constante de estas actitudes por nuestra parte le afectará provocando un alejamiento aún mayor.
Y otras consecuencias: mucha tristeza, falta de ganas de comer, miedo a ir a la escuela, falta de atención. ¿Cómo crees que puede reaccionar alguien que se siente así?
Sin embargo, es importante tener en cuenta que un conflicto no debe implicar siempre la violencia.
Siempre merece la pena intentar otros canales de solución.
Hay alternativas para la resolución de conflictos que son pacíficas y además son las más recomendadas... ¡Y son muy interesantes de conocer!
Debemos intentar seguir ese camino cuando nos encontramos ante este tipo de situaciones: resolver nuestros conflictos de alguna forma pacífica.
Un dato...
El número de llamadas sobre bullying recibidas por el teléfono del Menor ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en riesgo) se ha multiplicado este año debido
a la mayor sensibilización de los medios de comunicación y de toda la sociedad
¿Qué aprendemos de nuestro entorno?
El escenario familiar, la escuela, nuestro grupo de amigos y amigas, al igual que los medios de comunicación y la sociedad en general; todos contribuyen positiva o negativamente a construir nuestra personalidad.
Los comportamientos violentos no nacen con nosotros sino que se aprenden a lo largo de la infancia y la adolescencia, son el producto de la imitación de aquello que vemos u oímos a nuestro alrededor:
La televisión, Internet y algunos videojuegos se transforman de esta manera en un riesgo ya que muchas veces nos enseñan actitudes violentas o agresivas que llegamos a aceptar como normales debido a su permanente repetición.
Si se crece en un ambiente de malos tratos físicos o verbales, habrá una tendencia a imitar ese tipo de comportamientos y reacciones, mientras que un entorno protector generará seguridad y actitudes positivas en los niños y las niñas, adolescentes y jóvenes.
A su vez, si no gozamos de un buen estado de salud, si nos falta alimentación o vestimenta, si carecemos de los servicios básicos, de un entorno protector que refuerce la confianza en uno mismo, esto puede determinar ciertas conductas agresivas.
Entonces... ¿Qué pasa en los países en desarrollo donde carecen de la mayoría de estos aspectos?
Hay que distinguir. Esto no significa que aquellos que no pueden gozar plenamente de sus derechos, por ejemplo en los países pobres, tengan necesariamente que ser más violentos.
No debemos identificar la violencia con una realidad de pobreza extrema, aunque sí vemos que hay vinculaciones. Éste es sólo un factor más que puede producirla, pero hay otros factores que también existen en los países ricos... y por eso la violencia ocurre en cualquier parte del mundo.
La resolución de los conflictos
Como veníamos diciendo, conflicto no es lo mismo que violencia. Un conflicto aparece cuando tenemos posiciones diferentes, puntos de vista opuestos, o por una confrontación de intereses.
Hay que tener una mentalidad abierta para saber afrontar los conflictos, darse cuenta de todas las posibilidades de resolución existentes y ser creativos para inventar soluciones nuevas.
Es un reto para todos los jóvenes y adolescentes conocer y detectar el gran abanico de posibilidades de respuesta y asumir que la violencia no es necesariamente el resultado de un conflicto. ¿Por qué agredir cuando podemos dialogar y llegar a un acuerdo que beneficie a todas las partes?
Las personas por naturaleza no somos violentas, no nacemos así, es una respuesta que aprendemos de nuestro alrededor. De la misma manera, también podemos aprender otras, pacíficas y amigables.
La violencia, por el contrario, es sólo una de las maneras que tenemos de responder o reaccionar ante el conflicto... ¡Y la menos indicada!
Los derechos y las obligaciones entre "iguales"
Cuando formamos un grupo con nuestros compañeros y compañeras somos un grupo de "iguales" y adquirimos entidad como tal.
Cómo ya hemos señalado antes, las personas por el sólo hecho de serlo gozamos de ciertos derechos, que para los menores contempla la Convención sobre los Derechos del Niño. Nuestros grupos de "iguales" también tienen los mismos derechos.
Mientras somos niños y niñas tenemos derecho a una educación de calidad, a gozar de buena salud, a una vivienda digna, a un entorno protector, a no sufrir abusos y explotación, etc. Estamos protegidos frente a quien atente contra nuestra dignidad, fama y honor. Eso nos pertenece y tenemos derecho a exigirlo de nuestro entorno.
Pero de igual forma tenemos obligaciones. Ser ciudadanos y ciudadanas no sólo consiste en disfrutar de nuestros derechos. También nos impone la obligación de asumir tareas y cumplir normas para que la sociedad pueda funcionar correctamente.
Estamos invitados a participar de este proceso que es como un "ping-pong" de derechos y obligaciones.
Una manera de hacerlo activamente es no aceptando conductas violentas, sacándolas a la luz cuando las observamos o tenemos conocimiento de ello, reivindicando la armonía que debe reinar a nuestro alrededor y buscando alternativas pacíficas para resolver nuestros conflictos.
La presión del grupo
Muchas veces entendemos cuáles son los comportamientos que la sociedad espera de nosotros; pero puede ocurrir en algún caso que dentro del grupo se establezcan reglas y nos dejemos llevar por ellas para poder continuar dentro del grupo, aún cuando nos lleve a hacer cosas que sabemos que no deberíamos hacer.
Esto es la presión de grupo. ¿Has pensado en actitudes que individualmente no hubieras tenido pero estando todos juntos en grupo se hacen más fáciles? Por ejemplo burlarnos o "pasar" de alguien, ser prepotentes, mostrar dominio o poder frente a otro, causar daños o agredirle, etc.
Participar en un grupo es muy positivo y recomendable, pero ello no debe significar la pérdida de nuestra identidad personal, debemos distinguir lo que está bien y lo que está mal, aún cuando tengamos el apoyo de nuestros amigos.
A todos nos gusta tener amigos y amigas, y nos importa caer bien a los demás para que deseen entablar buenas relaciones con nosotros. En definitiva, nos interesa ser aceptados por el grupo con el que compartimos la mayor parte del día.
También vemos en la escuela que cuando un compañero o compañera no se "adapta" a la forma de ver las cosas del resto se queda solo o sola, le aislamos.
Por eso, muchas veces seguimos la corriente al grupo y hacemos cosas con las que no estamos realmente de acuerdo para que no nos ocurra lo mismo.
En estos casos debemos recordar que la primera ley entre los "iguales" es la reciprocidad, que se parece mucho a un espejo: "si yo soy amable contigo, tu serás amable conmigo"; "si yo no atiendo tus peticiones, tu no responderás a las mías".
Si siempre pensamos de esta forma, no haremos a nuestros compañeros y compañeras aquello que no queremos que nos hagan a nosotros; y mejor aún, nos comportaremos con ello Cuando el "espejo" se rompe
Nuestra autoestima se ve dañada cuando ese "espejo" deja de funcionar. Los maltratos, el desprecio, las agresiones, la exclusión, estas actitudes rompen el espejo y provocan una sensación de vacío que afecta a nuestra identidad personal.
Esto de la autoestima es un concepto importante ya que se refiere a la percepción que tenemos de nosotros mismos, a nuestra valoración personal, nuestra imagen. ¿Cómo creemos que nos ven los demás? ¿Qué piensan de nosotros?
Aquellos que ejercen la violencia no han superado el reto de saber resolver sus conflictos de la mejor forma posible: "la no violenta". Sabemos que ejercer la violencia sólo genera más violencia y por lo tanto mayores conflictos sin resolver. Luego, estos problemas que vamos acumulando pueden dificultar que tengamos una percepción positiva de nosotros mismos.
La violencia es evitable. Los conflictos pueden solucionarse por vías pacíficas. Debemos aportar alternativas, nuevas soluciones, aprovechar nuestra creatividad, dialogar, negociar y así llegar a un acuerdo que nos permita convivir con ellas de la misma manera que deseamos que ellos se comporten con nosotros.
- Convencer a quien lo está sufriendo para que hable con un adulto: padre/madre o profesor.
-Animarle a que cuente lo que le está sucediendo.
-Plantear la situación a las autoridades en el ámbito del colegio.
-Hablar con la mayor cantidad de gente posible para que se conozca la situación.
-No responder a los agresores utilizando la violencia
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