LA DECISIÓN
Desde el umbral, observo la silueta que avanza. Mi voz se estrangula y murmurando bajo me digo: ¡Oh, no! ¡Lo hizo! Después de todo se animó. Increíble.
Se detiene frente a mí, me mira fijo, tiembla y no dice una sola palabra. Suelta el bulto que trae entre sus manos. Quiero abrazarlo y no puedo. Yo también estoy paralizada, estupefacta. No sé si es temor o asombro. Tiene la cara empapada y los ojos brillosos. No se mueve.
- ¡Hola!- me animo a decirle.
- Lo hice- me contesta.
Me quedo mirando y comienzo a llorar. Intento ahogar las lágrimas y un grito se escapa con mi voz. Me acaricia la cara, sujeta mi cabello y me abraza.
-Tranquila, todo terminó- me susurra y comienza a besarme.
-¿Y los chicos? – pregunto separando los labios.
-Simplemente espero que lo entiendan.
Alzó su bolso y entró a la casa. Ahora, ¡nuestra casa!
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